19 nov 2007

Confesiones de un Pederasta (Parte I)

Tan joven y bello, destilaba en sus años tiernos
tan delicado laúd de finas cuerdas
que no daría yo por tocar tus melodías
y abrirte los ojos a la vida.
Tan sólo quince años,
y yo, yo que podría ser tu padre
me vuelvo un niño estando a tu lado
¡como quisiera de todo enseñarte!
Pulsaría tus tensas cuerdas hasta cansarme
me volvería tu guardián hasta que la muerte nos separe.

¿Como haces que escriba todo esto?
De veras chiquillo, que cuando miro esto me avergüenzo
como es que con tan tierna edad despiertas tanto sentimiento
arremolinado en culpa de querer enseñarte a amar, sin saberlo.
Te daría la vida si me la pidieras
y llenaría tus venas con el más puro amor que tengo
por que aunque a los ojos de otros sea impuro
yo pequeño, sólo quiero cuidarte con celo
para que nadie te arrebate ni me arrebate tu dulzor
que ganas de cargarte y perderme en tu calor...

El otro día viniste a casa
querías ayuda con la tarea de matemáticas,
tanto estudiamos, inventamos mientras me decías
que sin mí todo más difícil sería
¡si supieras cuanto quise escuchar esas palabras
después de decirte que tu eres mi vida!
Pero aunque lo ignorabas, yo en mi mente recreaba
las imágenes de nosotros haciendo un futuro sin más
que nuestro amor desbordante y hecho a la verdad
pero en vez de eso te dormiste sin avisar...

Ay alma mía, te cargué hasta el cuarto en mis brazos
desvestí tu cuerpo y te arropé en mi cama
eras tan indefenso, la personificación de la divinidad
amarte es un pecado
pero vivir sin ti lo es aún más...

No hay comentarios.: