21 nov 2007

Tristeza en el cuerpo

La sangre corrompe las venas a su paso.
Ya nada queda en el cuerpo puro y casto.
Tan sólo un de repente y los ojos perdidos
se ennegrecieron para siempre en el olvido.
Ya no hay más nada.

En el acabóse del tiempo, detenido
al paso de las lágrimas en el rostro
un trozo de labios se quedó prendido
una palabra cruzó sus oídos,
un dejo de nostalgia azuzó sus suspiros.

Y resbalaban las ganas de sus manos
y se caían las palabras de su boca
y sus ojos que no hablaban
decían en una mirada mil cosas.

Rompiendo el sonido entre las ramas
la voz resuena y se desparrama
las verdades afloran ya sin calma
los sueños se destrozan ya sin rabia.

Se miran, se miran. Esto no acaba.
No se entienden ni se escuchan,
y en la compañía su soledad se agrava,
ya no hay regreso ni segundas oportunidades
sólo silencio gélido en cada uno de sus despertares.

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